Encontrada en las excavaciones de El Salón, la Amazona de Écija es una escultura que destaca por su excepcional calidad técnica y artística. Alcanza los 2,11 metros de altura, pesa mas de media tonelada y fue trabajada en mármol blanco de importación, en una sola pieza, y sin pulimentar.
La Amazona se expone actualmente en el Museo de Écija junto a otros materiales diversos, muchos de ellos también de gran valor, entre los que sobresalen el torso de un atleta, las piernas de un hombre, una cabeza con casco y diversos vestigios de restos arquitectónicos y epigráficos.
La escultura que representa a la amazona apareció, según ya antes apuntábamos, en la natatio de las termas, al pie de las escalinatas por las que los bañistas se introducían en la piscina. La persona que tiene oportunidad de observar esta excepcional pieza queda inmediatamente sorprendida al comprobar su magnifico estado de conservación, inusual en una escultura que ha aflorado en el curso de una excavación arqueológica.
Cuando se encontró solamente existían roturas en sus tobillos y en una de sus muñecas, lo que se debe a que la pieza no había sido derribada y tirada a la piscina sino que se había depositado allí cuidadosamente por personas que por algún motivo deseaban ocultarla, habiendo sido luego cubierta con restos de cornisas y sillares en un claro animo de ocultación y protección.
Ese deseo de evitar su destrucción puede estar relacionado, posiblemente, con la llegada de los cristianos al poder. Para la nueva religión oficial del Imperio las termas estaban consideradas como los templos del paganismo.
Los filósofos cristianos no dudaron en lanzar críticas feroces contra los edificios de baños públicos, en los que se acumulaba, según ellos, el placer y la lujuria.
En un contexto de odio oficial de los nuevos poderes contra las termas es posible que un grupo de personas desearan ocultar esta bella imagen clásica, para evitar así su destrucción. A fin de cuentas no hemos de olvidar que Astigi fue pronto sede episcopal y que algunos siglos después, ya en el siglo VII, Santa Flora, hermana del Obispo San Fulgencio, decidiría crear en estas tierras el primer monasterio de vírgenes que habría de existir en España.
La representación de la Amazona astigitana se inspira claramente en los modelos de la escultura griega clásica, idealizada, en bronce, de los siglos V y IV a.C. En esos tiempos imágenes de dioses, héroes y atletas fueron esculpidos por los genios griegos y posteriormente esas obras habrían de ser reproducidas en mármol por los artistas romanos.
La Amazona se esculpió en los momentos del Alto Imperio, en el siglo I d.C. y es seguro que no se trata de una pieza de producción local sino que fue importada de otro lugar, quizás de la propia Roma.
La pieza representa a una mujer de fuerte estampa, sobre todo en sus hombros, cuyo brazo izquierdo se apoya en un pequeño pilar moldurado, en tanto que el derecho se está alzando, colocando su mano tras la nuca, lo que deja ver una herida en su costado.
Ya hemos comentado antes el excepcional estado de conservación, en el que destaca además que se conservan diversos restos de un cromatismo de tono rojizo que todavía se pueden contemplar en el pilar en el que se apoya, así como en cabellos, ojos, ribetes del chitón corto que viste, cinturón, sandalias, etc.
Fuente: ANTIQVA, Ildefonso Robledo Casanova