Desde la apertura de la avenida Miguel de Cervantes, en 1912, las ferias ecijanas, -tanto la extinta de mayo como la de septiembre- tomaron esta vía urbana como el centro de la actividad ferial. La portada se instalaba al comienzo de la avenida es decir, en la propia Plaza Mayor.
El célebre cómico José García, popularmente conocido por el “El Bizco Pardal”, natural de Écija y conocido por sus chascarrillos que le reportaron fama mundial, nació el 9 de septiembre de 1877 en la calle Molero, nº 5. Fue bautizado en la Iglesia Parroquial de Santa Cruz, a pesar de que otras versiones lo hacían natural de Sevilla. Pruebas documentales no dejan lugar a dudas de su nacimiento en la ciudad del Sol.
La afición al ciclismo se acrecentó en España, y en Écija en particular, a partir del triunfo en el Tour de Francia de Federico Martín Bahamontes. A comienzos de la década de los sesenta del siglo XX, el deporte del pedal tenía sus buenos aficionados, y entre estos, alguien que dedicó muchas horas de trabajo e ilusión para que Écija fuera referente en este deporte tan popular: Emilio Martín Caballero, propietario del que fue famoso “bar Cantarero”.
Hablar de los múltiples beneficios que aporta y que nos ha aportado el río Genil a través de los siglos es obvio. Ya alrededor de los siglos I a III de nuestra era se puede documentar la importancia de Astigi, como centro productor y envasador de aceite en el Imperio romano que se transportaba a través del río.
Los que llegamos a conocer la Alcarrachela a mediados del siglo XX, la recordamos como una gran escombrera llena de inmundicia. Las huertas fértiles se dejaron de cultivar y los árboles frutales envejecieron, la maleza comenzó a cubrir la tierra que antes había mostrado una fertilidad asombrosa, y las acequias fueron arañadas por el paso del tiempo hasta derramar el agua y resultar inservible. Lo mismo ocurrió con las norias, almatriches y toda la red de riego y así fue desapareciendo la fecunda Alcarrachela, paraíso de la vega del Genil.