Hablar de los múltiples beneficios que aporta y que nos ha aportado el río Genil a través de los siglos es obvio. Ya alrededor de los siglos I a III de nuestra era se puede documentar la importancia de Astigi, como centro productor y envasador de aceite en el Imperio romano que se transportaba a través del río.

Voy a empezar, como es lógico por dar el parte médico, pues mi Secretario (desde que se metieron los sindicatos por medio) tiene vacaciones en agosto y no puede encargarse de ello. Por cierto, que hoy hace 45 años que tomé posesión de mi puesto en el Juzgado de Instrucción de Vélez-Málaga, que fue mi primer destino y tiene huevos la cosa, en 45 años no me he dado de baja un solo día, pues una vez que tuve un pinzamiento en la espalda que me dejó encamado unos días, me pilló de vacaciones y ahora que llevo seis meses jubilado, he recibido una cornada, como dice mi amigo El Ecijano, de las grandes.
Los que llegamos a conocer la Alcarrachela a mediados del siglo XX, la recordamos como una gran escombrera llena de inmundicia. Las huertas fértiles se dejaron de cultivar y los árboles frutales envejecieron, la maleza comenzó a cubrir la tierra que antes había mostrado una fertilidad asombrosa, y las acequias fueron arañadas por el paso del tiempo hasta derramar el agua y resultar inservible. Lo mismo ocurrió con las norias, almatriches y toda la red de riego y así fue desapareciendo la fecunda Alcarrachela, paraíso de la vega del Genil.