Llegamos a finales del año 2017, que nos deja y que, el día de los locos precisamente (el primero que escribió sobre la fiesta de los locos en Écija fue Benito Mas y Prat, como comprobarán en alguno de los artículos que he recopilado), me ha dejado una puñalá en el corazón, como a muchos ecijanos, pues se ha llevado este maldito año a quien tanto me ayudó en mis ilusiones literarias, mi amigo Javier Pastor, el de Codiar, que en más del noventa por ciento de mis libros, fue el alma mater de su impresión.
Pero no fue solo a mí, sino también en el carnaval ecijano (cuánto se le debe por ello) y en otras cositas relacionadas con Écija. Yo estaba convaleciente, cuando le llegó el maldito mal que se lo ha llevado para delante. El Juani de la perla (su tío político) me dijo que por wasap le mandara lo que quisiera, pero su estado no le permitió contestarme. Solo me queda el recuerdo de la ayuda que le presté, cuando la injusticia de la vida, se llevó también palante a nuestra querida Yolanda, ecijanista y solidaria en todo momento, pero este 2017, que ojalá acabe pronto, me ha dejado una puñalá más en mi corazón familiar y de amigo, con la marcha de Javier.
Ahora es muy fácil decir que buena persona era y todos los adjetivos que vertimos sobre una persona cuando se nos marcha, pero para Javier Pastor, no hace falta que se haya ido a la imprenta celestial, para que le consideremos bueno y solidario, de siempre lo fue. Yo, amigo mío, que no he tenido fuerza ni para asistir a tu sepelio, sigo luchando con lo mío y si tengo que acompañarte cualquier día, te buscaré y toma nota en la paz de tu descanso, pues vamos a hacer un libro que tengo empezado y que se llamará “Ecijanos en el cielo”.
