Oiga usted querido lector, todos mis artículos no van a ser ecijanistas, aunque este que comienzo tenga algo que ver con la cultura astigitana y además, como considero que es un poco gracioso, igual que con los otros de noticias, me siento en la obligación de compartirlo y así nos relajamos un poco antes de que esta tarde, en el Parlament Catalán (creo que se escribe así), el Governs, declare algo relacionado con la tan traída y llevada declaración de independencia.
Empiezo por decirle que mi amigo Juanillo, de igual edad que quien escribe, es el sexto hijo de sus padres (El Antoñuelo y La Pepa, sin que la aplicación del artículo el o la, signifique ánimo peyorativo alguno, sino la costumbre que teníamos en el barrio cuando nos dirigíamos a los vecinos).
Pues bien, su padre, dedicado a hacer picón y a trabajar cuando había, se vio en la necesidad, como otros muchos vecinos de mi barrio gitano, allá por los años de 1960, a emigrar a Cataluña con toda su prole (a mi padre le dejo a deber en la tienda de comestibles más de 1.000 pesetas, las que, en una de sus visitas tardías, honradamente liquidó).
Al padre, al Antoñuelo, le habían metido en el pensamiento, clandestinamente por aquel entonces, como no podía ser de otra forma, que la “tierra era para quien la trabajaba”, pero ni por esas, eso estaba muy lejos de la realidad.
