Comienzo este capítulo con un hecho inédito e infrecuente en el mundo estudiantil de la época, que ocurrió en Écija y que por su dimensión, mereció la pena ser recogido en los periódicos y semanarios españoles y que, aunque creo haberlo relacionado en otro de mis capítulos, para demostrar su importancia, lo reflejo del publicado en La Vanguardia Española, del viernes 17 de diciembre de 1954, que decía así:

Oiga querido lector, que es verdad, que sí, que faltan solo unos días para que llegue la primavera y así, el día 25 de este mes, celebraremos el Domingo de Ramos, tan ansiado para nosotros los cofrades. Y además le digo una cosita, hay que estrenar algo dicho día, en todos los miembros de nuestras familias.
Doy inicio a este capítulo con una noticia recogida de La Vanguardia Española, del viernes 22 de septiembre de 1950 que dice así:
Somos muchos los aficionados taurinos ecijanos que, con añoranza, recordamos aquellas gloriosas tardes de toros en el astigitano ruedo de Pinichi y todavía quedan algunos, ya con las huellas de la senectud en rostro y cabellos, que cuentan con qué pasión se vivía la rivalidad taurina existente en Écija allá por los años 1950-70, hasta el extremo de que en la Revista de Feria Écija, año 1958, aparece un bello artículo que es el recupero como comienzo de este capítulo, como ejemplo de lo que suponía para Écija que sus toreros llevasen el nombre de nuestra ciudad por los ruedos taurinos españoles y americanos:
Lo he dicho y escrito en muchas ocasiones. El nombre de Écija, a lo largo de los siglos, quedó grabado en la historia, consecuencia directa de los cargos que ocuparon durante su vida los nacidos en esta bendita tierra y también por los hechos en que participaron.