Se terminó. Gracias a Dios y a todos los que intercedieron por mí, el jueves 26 de Octubre, finalicé mis treinta sesiones de radioterapia y las pastillas de quimio. El informe médico, al final del tratamiento ha sido favorable; ahora empiezo con revisiones y lo más importante de todo, además de no tener incidencia, es que el tratamiento me ha dejado seguir haciendo mi vida normal y dentro de ella, el seguir con mis artículos, crónicas y recuperación de documentos ecijanistas.
Y el artículo de hoy, aunque fechado para el primero de Noviembre que se avecina, de una calidad literaria, como ustedes comprobarán, digna de todo elogio, pero sin más dilación, voy con ello.
Nos dice la amplia bibliografía existente al efecto, que el Día de Todos los Santos, es una solemnidad cristiana que tiene lugar el 1 de noviembre para las iglesias católicas de rito latino y el primer domingo de Pentecostés en la Iglesia ortodoxa y las católicas de rito bizantino. No se debe confundir con la Conmemoración de los Fieles Difuntos.
En este día, la Iglesia celebra fiesta solemne por todos aquellos difuntos que, habiendo superado el purgatorio, se han santificado totalmente, han obtenido la visión beatífica y gozan de la vida eterna en la presencia de Dios. Por eso es el día de todos los santos.
No se festeja sólo en honor a los beatos o santos que están en la lista de los canonizados y por los que la Iglesia celebra en un día especial del año; se celebra también en honor a todos los que no están canonizados pero viven ya en la presencia de Dios.