Voy a iniciar este capítulo con un recuerdo para un amigo mío, pintor de brocha y de apuntes taurinos, cual fue Antonio Jiménez Torres “Antoñili”, quien, cuando presente el libro “Los títulos que el pueblo concede, apodos ecijanos”, me regaló un pequeño cuadro con una estampa taurina campera, que tengo colgado en mi casa, con inmenso cariño y preciado tesoro.
Estamos ya inmerso en plena temporada taurina y los que somos aficionados a la tauromaquia, hemos seguido las ferias de la Magdalena en Castellón, las Fallas en Valencia, la de Abril en Sevilla (he tenido la suerte de presenciar, en directo, la gran faena del “Juli” y el indulto del toro “Orgullito”) y ahora estamos a punto de comenzar la de San Isidro.
Comienzo, conforme a las definiciones del diccionario del Real Diccionario de la Academia Española, diciendo que Oidor, era la denominación de los jueces miembros de las Reales Audiencias o Cancillerías, tribunales colegiados originarios de Castilla, que se convirtieron en los máximos órganos de justicia dentro del Imperio español. Su nombre proviene de su obligación de escuchar (oír) a las partes en un proceso judicial, particularmente durante la fase de alegatos.
Voy a iniciar este capítulo con una noticia agrícola. Antes de entrar a recopilar la misma, es conveniente saber que, en la dominación árabe, Écija fue nombrada Medina Alcotón, por la cantidad de algodón que sus tierras producían, de una calidad mundialmente reconocida, tanto es así, que cuando el jesuita Padre Martín de Roa publica el año de 1629 su obra “Écija, sus Santos y su antigüedad, eclesiástica y seglar”, dedica un capítulo a dicho producto, forma de siembre y recogida, etc., calificándolo como el mejor algodón del mundo y las grandes cosechas que de él se recogían en nuestro término, provocando que viniesen a nuestra ciudad, más de cincuenta mil temporeros a su recolección, procedentes, sobre todo, de Castilla La Mancha y Extremadura, destacando, sobremanera, la calidad del algodón sembrado en el lugar conocido por La Alcarrachela.
En el transcurso de la XXXVI Reunión de Asociaciones y entidades culturales en defensa del Patrimonio, celebrada en Málaga del 25 al 28 del pasado mes de mayo, Hispania Nostra se dio a conocer una de sus propuestas para celebrar el Año Europeo del Patrimonio Cultural 2018: “que todas las campanas Europeas de toque manual suenen a la vez en un día y hora determinados”.
Voy a comenzar este capítulo con un incendio que afectó al mirador del Palacio de Peñaflor en nuestra Plaza Mayor y que, gracias a una fotografía que posee Juan Méndez Varo, podemos contemplarlo. Ese maravilloso mirador que, durante años, lleva sufriendo la falta de su restauración, a pesar de las iniciativas de Amigos de Écija y que es una joya de nuestro rico patrimonio. La noticia la encuentro en La Vanguardia del sábado 6 de julio de 1935 y decía así:
Después del paréntesis biográfico a que se refería el capítulo anterior, retomo las noticias y esta que viene es curiosa. Pero antes de traerla a este, les voy a contar una anécdota. Mi padre, cuando llegaban las ferias de Écija, le hacía mucha ilusión y a nosotros, sus muchos hijos, también, pues recuerdo nos llevaba al circo que, cada año, se instalaba en la feria.
En primer lugar, antes de iniciar este pequeño bosquejo biográfico, tengo que mostrar mi agradecimiento a D. Carlos Ibáñez Quintana, quien, por su relación con la Comunión Tradicionalista Carlista, cuando tenía algunos datos del ecijano que nos ocupa, me puse en contacto con el mismo y me remitió la amplia documentación que obra en poder de dicha Comunión y que, sin los mismos, no hubiese podido completar el presente.
Comienzo este capítulo con un hecho inédito e infrecuente en el mundo estudiantil de la época, que ocurrió en Écija y que por su dimensión, mereció la pena ser recogido en los periódicos y semanarios españoles y que, aunque creo haberlo relacionado en otro de mis capítulos, para demostrar su importancia, lo reflejo del publicado en La Vanguardia Española, del viernes 17 de diciembre de 1954, que decía así:
Oiga querido lector, que es verdad, que sí, que faltan solo unos días para que llegue la primavera y así, el día 25 de este mes, celebraremos el Domingo de Ramos, tan ansiado para nosotros los cofrades. Y además le digo una cosita, hay que estrenar algo dicho día, en todos los miembros de nuestras familias.